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 Se entiende por dificultades de aprendizaje cualquier obstáculo que el niño pueda encontrar a la hora de seguir el ritmo cronológico en las áreas que engloban el desarrollo evolutivo y los procesos de enseñanza- aprendizaje.

Pueden originarse como consecuencia de diversos factores internos al niño (autoestima, actitudes, disfunciones…) o externos al mismo (sociabilidad, ambiente familiar, experiencias…).

Entre el 9 y el 16% de la población escolar padece algún tipo de trastorno del aprendizaje. El Trastorno del Aprendizaje se define como una dificultad inesperada, específica y persistente para la adquisición de un aprendizaje pese a una instrucción convencional, nivel de inteligencia y oportunidades socioculturales adecuadas.

 

Las dificultades específicas del aprendizaje (DEA) siempre han existido. Sin embargo, actualmente, contamos con hallazgos e investigaciones que nos han permitido identificar y analizar profundamente cada uno de los casos. Las DEA se asocian a una de las primeras causas más frecuentes del bajo rendimiento y fracaso escolar, así pues, hacer una buena prevención y detección, nos permitirá evaluar y saber cómo debemos intervenir para evitar futuros trastornos emocionales.

 

 

 

No todos aprendemos ni de la misma manera ni a igual ritmo. Debemos adaptar nuestra forma de educar, tener en cuenta las necesidades, diferencias y dificultades de nuestros hijos.

 


Nuestra labor por tanto, consiste en hacer que el niño adquiera unas habilidades y estrategias necesarias que le ayuden a desarrollar al máximo todo su potencial, superando las dificultades que pueda encontrar a lo largo de su camino de aprendizaje.

Dentro de las dificultades de aprendizaje podemos encontrar las relacionadas con: 

lectoescritura, disgrafía, discalculia, disortografía, dislexia, TDL, TEA, TDA/TDAH...

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